La verdad necesaria

domingo, 7 de marzo de 2010

Eso era todo lo que necesitaba. Una mirada sincera. Una mirada auténtica. Una seudo declaración de voluntad y principios que surgiera de sus ojos. Una mirada que me dijera más de lo que podía esbozar con sus labios. Pues lo conozco... sé que no encuentra las palabras... que quizás ni siquiera existen.

Me perderé entre sus ojos; ojos a los que aún les creo. Ojos que aún amo con fuerza inconmensurable. Ojos que me miran con el sólo fin que yo los mire de vuelta. Porque cuando una mirada es sincera, las palabras están demás. Fuera de esta mesa, fuera de ese vaso de cerveza y fuera de mi cuerpo y el suyo. Cuando una mirada es sincera, la verdad se transporta a las manos, de las manos a las mejillas y de las mejillas a los labios. Verdad era todo lo que necesitaba.