// Dentremos por Bluetooth //

sábado, 20 de diciembre de 2008

Son las nueve de la noche e ingreso a la micro que me dejará a dos cuadras de mi hogar. Voy sola, junto a una acompañante anónima que se ubicó junto a mi por azar y una lectura liviana, de sólo cien páginas de historias cortas y cuentos que no deseaba guardar.

La micro prende sus motores y avanzamos. Abro mi bolso, saco mis incondicionales anteojos, sin los cuales no leería ni la portada y continúo con un cuento de infidelidad y odiosas actitudes masculinas. No alcanzo a terminar un párrafo, cuando siento movimiento al interior de ese pozo sin fondo que es mi cartera. Introduzco mi mano, esperando alcanzar el objeto vibrante y no alguna prenda poco elegante. Lo encuentro, pensando contestar una esperada llamada. Pero no era ni mi novio, ni mi madre, sino un producto de la tecnología: un mensaje, vía bluetooth.

Lo acepto con inseguridad, ya que seguramente, en medio de la ruta 68, no llegará a mi celular algún tipo de publicidad. Tendría que ser un pasajero, alguien que esté cerca... quizás muy cerca.

- Hola Preciosa de mis sueños, consignaba el mensaje, el que interrumpió mi lectura y con el cual seguramente me ruboricé. No le presté importancia ni busqué al emisor, sólo miré mi teléfono sonriendo y luego, lo guardé. Continué leyendo, cuando antes de llegar al punto seguido, mi celular vuelve a ser fruto de fuertes remesones y efectos de luces. Pues claro, sería lo que mi pequeño aparatito experimentaría durante todo el camino. Que estas muy linda, que me gusta cuando te ries, que me deleitaron tus ojos y todas esas wuebadas, que después del segundo mensaje dejó de ruborizarme y comencé a incomodarme.

Nunca miré por sobre mi hombro buscando culpables, pero sentía algo extraño... Ya cuando llegaba a mi casa, recibiría el último de diez mensajes: me gustaria q pudiras escrivirme. Dentra a las notas, escribes y m lo mandas.

Después de esa maravilla gramatical, digna de un orgullo y disticiones máximas de parte de mi querido profesor Raúl Muñoz, no pueh acer nah ma q reime y pinsar ki alomejol me e etao puro pasando rollos no mah poh, ke eramo como cuarenta wueones en la micro asih y ke alomejol no era nah pa mi nu ma po! (con todo respeto a las personas que de verdad estimen que "entra" se antecede por una "D")

// Nada importante //

-Tu hermano me dijo que le escribiste algo... en tu blog, dice mamá.

-Sí, respondo con seguridad, sabiendo que esta vez no hice nada malo. Sin embargo tengo miedo; miedo de volver a conversar; de volver a escuchar sus palabras enojadas, sus gritos de decepción y su mirada de desilución.

-No es nada importante, mamá.


// Sesión Tres //

Esa delgada mujer me mira... mira su cuadernito, me mira, mira su cuadernito... escribe, escribe y escribe... asiente con la cabeza, y escribe; me mira y escribe.

Mientras una parlanchina que está sentada en un cómodo sillón rojo, habla y habla.

- ¡Espera! Vamos un poco más lento, por favor.

Clama esta humilde servidora, con las manos cansadas y las orejas hinchadas.

- mmm... interesante... muy interesante.

Asegura después, mientras la parlanchina la observa perpleja. De tooooooooodo lo que dijo, ¿Qué será lo interesante?