// Cabeza en revisión //

martes, 6 de enero de 2009

Después de cuatro tubitos de sangre extraídos de mi adolecida venita de mi brazo izquierdo; dolorida pues, al parecer, la asistente de enfermería era practicante, y no pudo evitar que la aguja que estaba introducida en mi brazo escapara rauda y veloz, dejando tras ella un fuerte "chorro" del vital fluido corporal. La practicante tuvo que volver a insertar el agujón en mi brazo rápidamente, antes que mi cuerpo caiga desangrado sobre la mesita de exámenes, lo cual dejó muy dolorida mi venita y el brazo entero.

Después de un examen de orina, el que para mi ya es recurrente y cada vez me avergüenza menos dejar el frasco con liquido amarillo en el recipiente que consigna en mayúscula y tamaño 46 "ORINA", ante las miradas de una decena de personas que se encuentran en la sala.

Después de viajar más de 40 minutos hasta los barrios más altos de nuestra capital a una costosa visita a la eminencia ginelógica de la clínica Las Condes. El Doctor Fernández nos esperaba en su oficina, donde le contamos mi problemita, vimos mi operación grabada en marzo del año pasado y nos sorprendió con su sentencia.

- Bueno, no te sacaron nada. Lo que cauterizaron es sólo la punta del iceberg, pero la endometriosis se encuentra al interior de los tejidos, no ahí (apuntando a la labor realizada hace un año por un doctor de providencia).

Después de su revisión, algo chistosa y tierna; sin brusquedades como he vivido antes. Después de ese comentado exámen femenino, que yo juraba que sufriría, pero que finalmente son sólo problemas musculares, arreglables con cualquier kinesiologo.

Después de una interesante explicación de la enfermedad (lo que nunca había ocurrido desde su diagnóstico y cuatro especialistas).
Después de pagar la considerable suma de $45.000, nos fuimos a los leones, a realizar mi último exámen: el scanner cerebral.

Al ingresar debo leer un instructivo, donde me cuentan o vaticinan lo que me ocurrirá dentro de esa sala blanca. Luego, llenar un formulario, donde consigno mis antecedentes médicos y en especial, los motivos por los que estoy llenando el formulario e ingresando a esa sala blanca: fuertes dolores de cabeza y un reciente desmayo.

Ingreso a la sala blanca, sin la cálida mano de mi madre que me ha acompañado durate todo mi tour medíco durante el día. Ingreso sola, y esa máquina enorme me remontó a alguna saga de star war. Era blanca y redonda, con una camilla delgada y fria.

Me recibe un hombre que viste delantal blanco y que me puso más nerviosa que la misma máquina blanca.

Me recuesto y la maquina espacial comienza a funcionar. La camilla se mueve y el caballero de blanco se ha ido tras una ventana por donde me mira. Yo cierro los ojos y me entrego al movimiento de esa fría camilla. Ruidos, muchos ruidos acompañan mi viaje espacial y la camilla n se detiene.

Finalmente lo hace, y el tipo de blanco reaparece. Lo miro y me percato de la presencia de dos blanquidelantal tras el vidrio; ellos me miran fijamente. Están sentandos frente a una pantalla, pero me miran... me miran demasiado. Me puse nerviosa... quizás que habrán visto.

- Listo Catalina!... disculpa, ¿por qué te mandaron a hacer este examen?

-(¿no lo había escrito en la hoja ya? ..pero...si ya lo leyeron, pensé) Por fuertes dolores de cabeza y un desmayo, respondí.

- ¿Un desmayo?, ya. Bueno, ve al mezón principal para coordinar la entrega de los resultados. Chao.

y me retiré de la sala blanca y la máquina espacial. Veo a mi madre que me espera afuera y nos vamos.

Aún estoy nerviosa, tal como lo estaba mientras mi trasero aún estaba congelado en esa camilla fría. Mi cabeza piensa y piensa... tan rápido que no puedo seguirla.